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Un acueducto trae agua a una comunidad nicaragüense del Corredor Seco

Acarrear agua desde riachuelos en los cerros o bañarse en ellos es cosa del pasado.
, Sabrina Quezada Ardila
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Los hijos de la familia Canales Arteta disfrutan del agua que bajando de la montaña llega a su casa. Una proyecto en que participó toda su comunidad bajo el liderazgo de su padre. WFP/Sabrina Quezada Ardila.

Tras muchos años de sufrir inclemencias de la falta de agua, especialmente en la época de escasez de lluvia, las familias de la Darailí, departamento de Estelí, en la zona seca de Nicaragua, tienen sus esperanzas plasmadas en las montañas que se elevan al norte de la comunidad.

Su única opción para abastecerse de agua era recurrir a los riachuelos y a un pozo comunitario. "Pero el agua no era limpia, nos exponíamos a muchas enfermedades", dijo Luz Marina Arteta, una madre de familia y agricultora.

Su esposo, Miguel Canales, también agricultor, líder comunitario y socio de la Cooperativa Multifuncional 27 de Junio "Paz y Reconciliación" (COMPARE) había pasado varios años intentando conseguir fondos para iniciar un proyecto que represara el agua que brota de las montañas cercanas y bajara hasta la comunidad. Pero no lo conseguía.

Con el programa "Respuesta a las Familias Afectadas por el Fenómeno "El Niño" en el Corredor Seco de Centroamérica", financiado por la Unión Europea, el Programa Mundial de Alimentos (WFP) comenzó a impulsar acciones para responder a las familias aquejadas por la sequía.

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Así comenzó el sueño: anhelando traer el agua que nace en las montañas que rodean la comunidad. Un largo camino por recorrer que demandaba recursos económicos, porque la mano de obra la aportó la comunidad. WFP/Sabrina Quezada Ardila

Trabajo en colaboración

De esta manera, la unión de la comunidad, la cooperativa, la Unión Europea y WFP dio como resultado la construcción del sistema de captación y distribución de agua para 105 familias de Darailí, quienes finalmente reciben el agua de los manantiales en sus viviendas.

Canales organizó a la comunidad y hombres y mujeres se ocuparon de trasladar en hombros los materiales de construcción (cemento, piedrín, hierro, tuberías, etc.) a través de intrincados y lodosos caminos llenos de vegetación en las montañas, subiendo hasta los 1.200 metros de altura.

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Miguel Canales muestra orgulloso la pila de captación que recoge el agua que brota de los manantiales en la montaña. Desde allí se distribuye por tuberías montaña abajo hacia la comunidad. WFP/Sabrina Quezada Ardila

Construyeron una pila de captación, instalaron las tuberías y las bajaron hasta cada una de las viviendas de Darailí. "Ahora vamos a tener agua todo el año, porque en el verano escaseaba", dijo Canales que ve con orgullo el trabajo de la comunidad. Los comunitarios organizaron comités para dar mantenimiento al proyecto y proteger el medio ambiente, incluyendo la reforestación.

"Antes teníamos que ir a bañarnos a la quebrada, ahora tenemos el baño en casa"

María Gabriela, de 19 años, hija de Arteta y Canales, afirma que su comunidad es muy afortunada. "No todas las comunidades tienen la oportunidad de tener agua. Antes teníamos que ir a bañarnos a la quebrada, ahora tenemos el baño en casa", señaló.

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María Gabriela recuerda los tiempos en que iba con su madre y hermanos a acarrear el agua desde las fuentes disponibles hasta el hogar. WFP/Sabrina Quezada Ardila

Aunque las tuberías llegaron solamente al patio de las viviendas, Arteta se las ingenió para llevar el agua hasta la cocina de su humilde vivienda, con la instalación de unos 12 metros más de tuberías que compró con sus ahorros.

"Fueron muchos años de acarrear el agua, bajando [los cerros] hasta la quebrada con los montones de ropa para lavar y después subir con la ropa mojada"

"Estoy feliz por toda la comunidad, pero por mi familia también. Fueron muchos años de acarrear el agua, bajando [los cerros] hasta la quebrada con los montones de ropa para lavar y después subir con la ropa mojada. Allí nos bañábamos y recogíamos el agua que usábamos en la casa", afirmó.

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Las tuberías solo alcanzaron para llevar el agua hasta el patio de las viviendas. Desde allí las familias las llevan en recipientes al interior de las casas. WFP/Sabrina Quezada Ardila

Arteta se siente orgullosa en su cocina. Lavó los alimentos con el agua del grifo y encendió el fogón para preparar el almuerzo. Cuando le pregunté qué era las tiras que guindaban sobre el fuego de leña me dijo: "es cerdo, lo estoy ahumado para mi hijo mayor. Es un antojito que él tiene".

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Con todo su amor de madre, Arteta prepara el alimento para su familia y aprovechando el humo del fogón encendido, también ahúma el cerdo que le pidió su hijo mayor. WFP/Sabrina Quezada Ardila.

Me di cuenta de que ella es una madre feliz y agradecida. Su tenacidad la llevó a extender el proyecto inicial para cumplir su sueño de tener agua dentro de su casa. Y el cerdo ahumado es para complacer a su hijo mayor, que fue quien la acompañó a la ciudad más cercana a comprar los materiales y le instaló las tuberías desde el patio hasta la cocina.

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Una familia feliz, una comunidad feliz y un proyecto con resultados que dejan beneficios a sus participantes. WFP/Sabrina Quezada Ardila

Gracias al apoyo de la Unión Europea, el Programa Mundial de Alimentos (WFP) trabaja para construir resiliencia y asegurar los medios de vida de familias nicaragüenses a lo largo del Corredor Seco.

Conoce más sobre el proyecto "Respuesta al Fenómeno El Niño — PRO ACT"