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A 10 años del terremoto de Haití: “Salvé mi vida porque llegué tarde”

Dos trabajadores humanitarios del Programa Mundial de Alimentos recuerdan el día en que miles de haitianos perdieron la vida.
, Antoine Vallas
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Distribución de galletas fortificadas en Leogane, una ciudad cercana al epicentro del terremoto en enero de 2010. Foto: WFP/David Orr

La siguiente nota fue escrita por Myriame François y Antoine Vallas y se basa en los testimonios de Jacques Elie y Jean Carrel Norceide.

A las 4:53 pm del 12 de enero de 2010, un terremoto de magnitud 7.0 estremeció la isla caribeña de Haití, matando a miles de personas y desplazando a más de un millón (se estima que hubo entre 220.000 y 300.000 muertes). En un lapso de 30 segundos, el mundo dio un vuelco. Familias enteras quedaron destrozadas y decenas de miles corrían el riesgo de pasar hambre. Para recordar esta tragedia 10 años después, conversamos con Jacques Elie y Jean Carrel Norceide, dos de los miembros del personal con más años de servicio en WFP en Haití.

Jacques, quien está casado y tiene cinco hijos, comenzó como conductor del Programa Mundial de Alimentos en Haití en 1996, y ha servido a la organización por más de 20 años.

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Jacques Elie, a la derecha, junto a un vehículo de WFP en Puerto Príncipe. Foto: WFP/Myriame François

El día del terremoto fue testigo de cómo el suelo se hundía y las paredes se balanceaban y desmoronaban a su alrededor. La sacudida arrasó con toda la capital, Puerto Príncipe. El terremoto, que también destruyó la sede de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), se cobró la vida de 101 funcionarios de la ONU, entre ellos Bertine Laroque, de WFP.

"Me dirigía a la universidad, en donde asistía a una capacitación", dijo Jean Carrel, un experimentado oficial de monitoreo y evaluación de WFP en Haití. "Escuché una fuerte detonación y pensé "son disparos". Miré a mi alrededor: los edificios se derrumbaban, una nube de polvo y humo se elevó y me rodeó".

Jean Carrel corrió inmediatamente al edificio de la universidad solo para descubrir que sus compañeros estaban atrapados bajo los escombros. "Salvé mi vida porque llegué tarde", aseguró.

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El Palacio Nacional en Puerto Príncipe después del terremoto. Foto: WFP/David Orr

Después del terremoto, la pérdida de vidas y el daño a la infraestructura del país hicieron de la respuesta humanitaria un desafío tanto logístico como emocional. En medio del caos, la acumulación de escombros y los heridos bajo las estructuras colapsadas, se organizó rápidamente bajo el liderazgo del gobierno una respuesta que movilizó a cientos de miles de haitianos, un grupo de ONGs y agencias de la ONU.

Jacques perdió a cuatro de sus sobrinos en la catástrofe, mientras que Jean Carrel encontró que su casa estaba destruida. Ambos confesaron que mantenerse activos y en servicio fue una forma de honrar a los fallecidos.

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WFP suministró 127.000 toneladas de asistencia alimentaria a 4 millones de haitianos a raíz del desastre. Foto: WFP/David Orr

"Nuestros corazones ni siquiera podían contener el dolor que estábamos experimentando. Pero estábamos agradecidos de estar vivos y ser útiles, así que nos mantuvimos firmes", dice Jacques. "Sabíamos que teníamos que seguir haciendo nuestro trabajo. Lo hicimos con alma y corazón. Nunca lo vimos como un trabajo para WFP. En cambio, lo vimos como el alivio que llevamos a mujeres, niños y hombres gracias a nuestro trabajo diario".

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Jean Carrel, a la derecha, en una misión de evaluación. Foto: WFP/Archivo

"Mi primer pensamiento fue viajar de inmediato a Cabo Haitiano, en donde vivía mi familia, pero luego sentí un fuerte llamado del deber", agregó Jean Carrel. "Y aquí estaba yo, dos días después, participando en una de las primeras misiones de evaluación que viajaba al departamento del Sur-este.

"A pesar del trauma, hallé satisfacción al participar en los primeros esfuerzos de respuesta", subrayó Jean Carrel.

Las dificultades fortalecieron los lazos que unían al personal del Programa Mundial de Alimentos. La solidaridad se fortaleció a medida que aumentaron las necesidades de asistencia. "Importaba que todos se unieran para ayudar a quienes contaban con nosotros", dijo Jacques. "No podíamos permitirnos permanecer pasivos".

Fue ese espíritu de autosacrificio y compañerismo lo que ayudó a Jacques, Jean Carrel y a sus colegas a salir adelante emocionalmente. Con la ayuda de sus esfuerzos, en los meses posteriores al desastre, WFP entregó 127.000 toneladas de asistencia alimentaria y proporcionó apoyo nutricional y en efectivo a más de 4 millones de haitianos.

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Hoy WFP necesita US$57 millones adicionales para brindar una asistencia de urgencia a las comunidades más vulnerables de Haití. Fotos: WFP/David Orr

"El terremoto nos unió", subrayó Jacques Elie, "como nunca antes". Y agregó: "En los peores momentos, como dice el viejo refrán haitiano, ‘muchas manos alivianan la carga'".

"Nos mantuvimos uno al lado del otro. El apoyo fue mutuo. La sede y la gerencia de la oficina en el país fueron muy considerados, y estábamos ansiosos por entregar nuestros mejores esfuerzos a cambio. Teníamos todos los medios a nuestra disposición para cumplir con nuestras obligaciones de muy buen ánimo".

Jacques sigue confiando plenamente en que vendrán mejores días para el pueblo de Haití. Sus ideales continuarán guiando su trabajo, asegura Jacques, quien instó a sus colegas y a todos los trabajadores humanitarios a perseverar en el apoyo a las comunidades haitianas y a muchas otras poblaciones que enfrentan dificultades en todo el mundo.

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Distribución de alimentos en Jacmel en enero de 2010: hoy, uno de cada tres haitianos necesita asistencia alimentaria urgente. Foto: WFP/Marco Frattini

"Estamos trabajando para personas que no conocemos personalmente y a quienes quizás nunca conoceremos en toda nuestra vida", sostiene Jacques. "La única forma de sentirse recompensado es hacer este trabajo desinteresadamente, buscar siempre el lado positivo de todo y asegurarnos de que cumplimos eficientemente con nuestros deberes. La recompensa podrá ser invisible, pero nuestros esfuerzos pueden cambiar vidas por generaciones".

Hoy, muchas comunidades haitianas siguen necesitando ayuda urgentemente. Una prolongada crisis económica y social está creando enormes desafíos para el pueblo haitiano. Golpeados por el aumento de los precios y una caída en la producción agrícola, 3,7 millones de personas, o uno de cada tres haitianos, necesitan asistencia alimentaria con urgencia. WFP en Haití está ampliando su operación para proporcionar asistencia alimentaria de emergencia a 700.000 haitianos durante ocho meses, y necesita US$57 millones para cumplir esta misión.

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